Ya he logrado memorizar el tamaño, forma y asquerosos detalles de suciedad aparentemente inlimpiables y tolerantes de todas las acciones y ataques sutiles de los elementos de la naturaleza que afectan en la vida cotidiana de mis zapatos rojos y viejos, es inevitable si mi vida y mi caminar son cabizbajos y con mis manos seguras en los bolsillos.
Es más fácil convivir y envejecer así que dar mis ojos a ver y ser una acción que afecta a la sociedad que me rodea, que derecho tengo yo de afectar positiva o negativamente a el vivir de alguien más? Y es que como explicar este sentimiento de no pertenencia que ando pegado a mi espalda como las alas que nunca pedí? Caminamos y vivimos interactuando sin importarnos las reacciones y yo muero del miedo solo de respirar. Vamos empujando y empujando y aparentamos que nos importa. Ah si... la política y las guerras y las drogas... Carajo que te importa.. carajo que te importa dije.
No me sentía así de escritor desde hace mucho, el dolor me había entumecido la vista y me obstruyo el oxigeno al cerebro. Pero ahora he vuelto con mis versos pesados y mi ser apático usual, por cuanto tiempo me deje envenenar por palabras lindas y alabanzas falsas de egos inexistentes? Carajo si siento mi corazón pulsar de nuevo y emocionarse por su próxima conquista permanente que le alimente el ego real con cenas y largas horas frente a la T.V.
Carajo que le grito a los mares como los viejos griegos aclamaban a su dios apollo para recordarle que así de mortales como somo estamos acá viviendo como se debe, disfrutando nuestra mortandad, sinceros a nuestros pensamientos y a nuestra sed de conocimiento.
Te grito Zeus, Apollo, Hades, Odin... Te grito que de nuevo mi corazón me pertenece y estoy listo para regalarlo de nuevo, para que no lo vuelvan a pisotear. Desperté de mi sueño infinito y vuelvo a activar la materia gris y los narcóticos ya no me adormecen, vuelvo a recordar todas esas caras que me acompañan a la gloria de el vivir. Recuerdo las sonrisas y las bromas, recuerdo la cocina y el olor a anís.
Carajo estoy vivo y me memorize el tamaño y la forma y aquella suciedad aparentemente inlimpiable de mis zapatos viejos y rojos.-
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